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Movimientos, huellas y nuevos pasos de las masculinidades

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”3009″ img_size=”full” alignment=”center” style=”vc_box_rounded”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Salvador Cruz Sierra y Lilian Ovalle, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), respectivamente; coincidieron en que la masculinidad en el contexto del narcotráfico consiste en reproducir un régimen patriarcal en el que los hombres dominan, controlan, ejercen el poder y la violencia sobre los otros, que se proyecta en los cuerpos torturados, desnudos y ejecutados, y que se ejerce contra el individuo y su familia.

Los académicos inauguraron el congreso “Huellas, pasos y nuevos movimientos de las masculinidades”, que hasta el 30 de septiembre en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) analizará la visión machista, el modelo patriarcal y las actitudes de los hombres en contextos como la violencia, la guerra o el narcotráfico.

Dicho encuentro, en el que participarán expertos de diversas instituciones de América Latina, es organizado por la Academia Mexicana de Estudios de Género de los Hombres (AMEGH) y el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, a través de investigadora de la UAP Guitté Hartog.

Salvador Cruz, sociólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, ofreció la ponencia Homicidio, tortura y poder en la que expuso el trabajo de investigación que ha desarrollado desde hace más de dos años en Ciudad Juárez, en la que con datos oficiales y los que aparecen publicados en los medios de comunicación, identificó las diversas formas en que mueren asesinados los individuos.

Ciudad Juárez, según gráficas que compilan la información de 2008 a 2011, es la ciudad que registra a nivel nacional un mayor número de “homicidios dolosos, de orden común y secuestro”, que se complementan con otro tipo de violencia: la que está expuesta en los periódicos, la televisión y en las calles, y que muestra a los cuerpos decapitados, desnudos o amordazados.

“Aun así la muerte no es el daño máximo, sino que se piensa en la agonía, la tortura, la desnudez, el agravio y la humillación previa”, afirmó Cruz Sierra.

Dichas acciones hablan del poder que siente el hombre sobre los otros, los mismos que usando un “traje de patriarcas”, sienten que eso “es ser hombre y la hombría”. Aquellas actitudes se afianzan en una red de complicidad machista que incluye aspectos como el sadismo, la venganza, la homofobia, el exacerbado gusto por las mujeres, la disciplina militar, el silencio y la ilegalidad.

Por su parte, Lilian Ovalle ofreció la conferencia Imágenes abyectas e invisibilidad de las víctimas: narrativas visuales de la violencia en México, que forma parte de una investigación anterior cuyos resultados están por ser publicados por la UABC.

En primer lugar, explicó que el ejercicio académico tuvo el objetivo de esclarecer la identidad de las víctimas del narcotráfico, para quitarles ese halo de invisibilidad que se intenta establecer con el gobierno de Felipe Calderón, “para quienes son números y cifras mudas”.

Señaló que en el narcotráfico existen elementos visuales que refuerzan el sistema machista pero que en otros, caricaturizan la masculinidad. Ejemplo de ello son “el Pacho”, “el Chupeta” o “la Barbie”, tres sicarios que rompieron con la hegemonía machista preponderante: el primero era conocido por su homosexualidad, el otro poseía una colección completa de objetos del personaje infantil “Hello Kitty” y se había practicado varias cirugías estéticas que quitaron a su rostro el aspecto latino, y el último tenía un apodo femenino que contrastaba con su historia de vida.

Lilian Ovalle enfatizó que la academia tiene la responsabilidad de hacer visible y legible la violencia, porque lo contrario es la parálisis y la información ambigua, que ayudan a respaldar la “guerra particular de un gobierno” que se basa en una falacia: el proponer que el enemigo está afuera, cuando se sabe que está en la casa, en el trabajo, en la escuela.

Lamentó que por la frecuencia de las ejecuciones, los desmembramientos, las “zarandeadas” o los “encobijamientos” crezca la indiferencia, la naturalización y la parálisis de impacto. “Lo que salva son las mamás, las esposas, las mujeres que luchan para devolverle la identidad ontológica a sus hijos, sus esposos o sus hermanos, y la clara lucha de Javier Sicilia, quien apela a la memoria social”, concluyó la experta.

El congreso “Huellas, pasos y nuevos movimientos de las masculinidades” contará con actividades organizadas por el colectivo feminista de Las Bigotonas, además de que se transmite vía internet a través de Radio Educación (www.radioeducacion.edu.mx).

FUENTE: La Jornada de Oriente[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]